Es muy importante detectar a tiempo la enfermedad renal crónica (ERC) para poder instaurar cuanto antes el tipo de tratamiento, que incluye principalmente el manejo nutricional y el foco en el microbioma, o sea el eje intestino-riñón. Esta detección temprana se puede hacer siempre que exista la conducta y la costumbre de someter a los animales a análisis periódicos de sangre y orina para establecer el diagnóstico precoz.
La enfermedad renal crónica (ERC) no se cura, y es precisamente por esto por lo que es muy importante detectarla lo antes posible. El objetivo médico es reducir el progreso de la enfermedad renal, disminuyendo la velocidad de su evolución.
Tres abordajes para el tratamiento
Entre los abordajes podemos encontrar: primero, un tratamiento para la causa (etiológicos), otro para la protección del riñón (nefroprotección) y, finalmente, un tratamiento de soporte a lo largo del tiempo.
Es necesario valorar y garantizar la ingesta de agua teniendo en cuenta el peso del animal para monitorear la evolución y el diagnóstico de la enfermedad. Teniendo en cuenta que no se puede curar y que solo se puede frenar su progresión, el enfoque nutricional es lo más importante, ya que la dieta permite controlar una serie de factores en la enfermedad renal.
En la nutrición es muy importante tener en cuenta los siguientes factores:
1 - El primero es reducir la eliminación de proteínas por orina (la proteinuria), lo que resulta fundamental para limitar la progresión de la enfermedad renal.
2 - Un segundo factor importante es tratar de controlar el nivel de las toxinas urémicas, que van asociadas a los niveles de concretos de uremia, a los signos clínicos y por ende a la progresión de la enfermedad renal y al empeoramiento de la calidad de vida. Esto se logra a raves de una dieta específica.
3 - Un tercer punto es controlar el hiperparatiroidismo secundario (se monitorea el nivel de calcemia) que se genera en cualquier enfermedad renal y que la hace progresar. La dieta debe corregir estos desequilibrios para que la progresión sea más lenta.
Otro de los puntos fundamentales es controlar la condición corporal que se asocia al empeoramiento clínico y a menor supervivencia. Mantener una buena hidratación, ya sea con dietas caseras (de mayor humedad), o dietas húmedas comerciales balanceadas específicamente prescriptivas u otras opciones como dieta seca recetada remojada, para que de esta manera exista un suplemento de agua.
En cuanto al papel del microbioma y el intestino y su influencia en el desarrollo la ERC, entra en juego el conocido como eje riñón-intestino. Cuando el riñón filtra menos, se produce un acumulo de toxinas nitrogenadas, que se producen fundamentalmente en el hígado, pero que no se eliminan correctamente por el riñón generando su aumento en sangre y la distribución de ellas por todo el organismo.
Estas toxinas, cuando están en el intestino, generan cambios en el microbioma (antes llamada flora intestinal) con efectos intestinales pero también renales, generando un fenómeno circular y retroalimentado. Por todo ello, hay alteraciones en la pared del intestino que generan una disminución de la absorción de algunos nutrientes y también, al revés, el paso de sustancias que no tendrían que pasar y que terminan en la circulación general.
Estas sustancias llegan al riñón, que no las puede eliminar por su insuficiencia funcional y, por lo tanto, aceleran un progreso de la enfermedad renal. Más daño renal, más alteración en el microbioma, determinando un círculo de alteración intestino-riñón-intestino, que se puede intentar compensar incorporando prebióticos en la dieta.
Por lo tanto, generalizando, los ejes de control de ERC son: hidratación, dieta específica, protectores renales y todo que enlentezca el progreso de la enfermedad.
Fuente: Infobae
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