En las últimas décadas, los avances en la atención veterinaria, la mejora de la nutrición y la mayor concienciación de los propietarios han contribuido a un aumento de la esperanza de vida canina. Como resultado, los perros sénior representan ahora una proporción cada vez mayor de pacientes en la clínica veterinaria.
Este cambio demográfico presenta desafíos únicos para los veterinarios, que deben navegar por las complejidades de la atención geriátrica. Los estudios de laboratorio, si bien son valiosos para generar datos en condiciones controladas, a menudo no tienen en cuenta los diversos factores ambientales, genéticos y de estilo de vida que influyen en la salud de los perros domésticos.
Mientras tanto, los estudios en perros domésticos, aunque son más relevantes desde el punto de vista clínico, siempre han carecido de estandarización en áreas clave, como la dieta. Esta variabilidad dietética introduce un factor de confusión significativo que puede explicar en parte los hallazgos inconsistentes en la literatura, ya que la dieta proporcionada por el propietario difiere entre perros jóvenes y mayores.
Por ello, un grupo de investigadores ha llevado a cabo un estudio que revela diferencias epidemiológicas y clínicas significativas entre perros jóvenes y seniors, incluso cuando ambos reciben el mismo tipo de dieta.
Para llevar a cabo la investigación, realizaron un estudio transversal con 106 perros sanos: grupo joven (2-5 años) frente a sénior (≥ 8 años). Todos consumieron durante 4 semanas la misma dieta comercial premium antes de la evaluación.
Según los investigadores, los perros sénior (mayores de 8 años) eran menos activos, más propensos a vivir en casas y más frecuentemente desparasitados en comparación con los más jóvenes (de 2 a 5 años).
Además, los perros mayores presentaron niveles altos de globulinas y plaquetas junto con niveles bajos de albúmina, una combinación 'compatible con inflamación crónica de bajo grado asociada al envejecimiento'.
También fueron observados otros signos, incluyendo pérdida de masa muscular, peor calidad del manto y linfopenia, lo cual indicaría un cuadro de sarcopenia, posible malnutrición e inmunosenescencia.
Otro hallazgo destacable es que perros que previamente consumían dietas sin fuente de ácidos grasos omega-3 mantuvieron triglicéridos plasmáticos elevados, pese a haber recibido la dieta enriquecida durante cuatro semanas. Esto sugiere que el impacto de los hábitos dietéticos previos puede perdurar.
Por todo ello, los autores concluyen que estos resultados permiten 'distinguir entre envejecimiento sano y patológico', recomendando mantener una nutrición de calidad, incluyendo fuentes de omega-3, así como realizar seguimientos veterinarios periódicos en perros mayores para mejorar su calidad de vida y detectar precozmente posibles problemas de salud.
UNA NUTRICIÓN AJUSTADA PARA PERROS MAYORES
El estudio confirma que la edad marca diferencias sustanciales en la salud y las necesidades fisiológicas de los perros, incluso cuando se controla la dieta. Y es que, además de los problemas presentados en el estudio, los perros mayores presentan con mayor frecuencia sobrepeso, y problemas musculoesqueléticos y dentales.
En este contexto, el desarrollo de dietas formuladas para animales sénior cobra una nueva dimensión. Productos como la gama N&D Quinoa Senior, de Farmina, responden directamente a las demandas señaladas por la evidencia científica, apostando por reducción del aporte calórico, proteínas de alta calidad, aporte de condroprotectores, fibra funcional y ácidos grasos esenciales como los omega-3.
Con hasta un tercio de las mascotas europeas superando los ocho años, el reto no es solo prolongar la vida, sino asegurar su calidad. El objetivo de esta dieta es preservar masa muscular, favorecer la movilidad articular, proteger la función cognitiva y mantener un sistema digestivo saludable.
Esto forma parte del concepto de nutrición etológica que promueve Farmina: alimentar respetando la naturaleza del animal, pero también su momento vital. Además, su visión preventiva y personalizada refuerza el papel del veterinario como asesor clave en la salud nutricional a largo plazo.
Por Francisco Ramón López
Fuente: Animal's Health
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