Si su casa es como la mía, las sobras de las Fiestas Navideñas y de Fin de año se están apoderando de la nevera. ¿Por qué no compartirlas y brindarle a su gato una golosina? Los científicos están comenzando a llegar al fondo del por qué los gatos son tan quisquillosos con el alimento.
Hemos hablado antes acerca de la carencia en los gatos de genes funcionales que les permiten degustar los sabores dulces. Por otro lado, una investigación reciente publicada en la revista PLoS One ha demostrado que tienen "al menos siete receptores funcionales del sabor amargo". Realmente es algo extraño, ya que tradicionalmente se pensó que la necesidad de detectar sustancias amargas era más importante para los consumidores de proteínas vegetales (herbívoros). Sin embargo, los autores de este nuevo estudio establecen:
Los compuestos que tienen un sabor amargo para los seres humanos... son ampliamente rechazados en todo el reino animal. Se cree que el rechazo se basa en una interacción mutua entre las plantas que no "quieren" ser consumidas y animales que no "quieren" ser envenenados. Entonces ¿por qué un carnívoro obligado como el gato doméstico aún posee tantos genes funcionales que le permitan degustar (y presumiblemente evitar) sustancias amargas?
En primer lugar, podría ser que incluso los carnívoros como los gatos están realmente expuestos al material vegetal a través del consumo de las vísceras de sus presas, las cuales contienen materia vegetal consumida por la presa. Existen dos argumentos en contra de ello y que juegan un papel importante.
Primero, las plantas consumidas por la presa puede que no sean tan amargas o muy tóxicas ya que la presa no la hubiese podido consumir. Sin embargo, algunas especies han desarrollado mecanismos de desintoxicación que les permite consumir plantas potencialmente tóxicas (por ejemplo, el koala [Phascolarctos cinereus] que se alimenta del follaje del eucalipto, que suele ser muy tóxico para la mayoría de las especies animales.
En segundo lugar, la frecuencia con la que los carnívoros consumen el material vegetal presente en las vísceras presa no está clara y se ha informado que, al menos los lobos, evitan esta materia vegetal. Otra posible razón para el mantenimiento de número de receptores de los sabores amargos y su función en los gatos y otros carnívoros, es que quizás también hay compuestos amargos en presas que no son herbívoras.
Por ejemplo, se sabe que los gatos domésticos se alimentan de productos de origen animal que también son potencialmente amargos y tóxicos, como ácidos biliares, el veneno y las secreciones de la piel de artrópodos, reptiles y anfibios. Entonces, nuestras observaciones de que los receptores de los sabores amargos en los gatos y otros carnívoros terrestres sean funcionales, podría ser debido a una selección para asegurar que el consumo de estas sustancias tóxicas se reduzca al mínimo.
Una tercera razón del por qué el número de receptores del sabor amargo puede que no estén fuertemente influenciados por la cantidad de materia vegetal de la dieta, se refiere a las posibles funciones no orales de estos receptores. Los receptores amargos son unidades celulares que se encuentran en el tracto digestivo, además de las de las que están presentes en la lengua.
Ni los ligandos naturales [una molécula que se une a otra], ni las funciones de estos receptores se conocen en su totalidad, pero sugerimos que pueden ser importantes en el mantenimiento de la funcionalidad del receptor de los sabores amargos en especies que podrían no necesitarlas para evitar a aquellos animales herbívoros y con muchas toxinas. Por ejemplo, los receptores de los sabores amargos son importantes para la defensa innata contra las infecciones bacterianas.
Cualquiera que sea la razón, es importante que se tenga en cuenta que los gatos simplemente no pueden apreciar las cosas dulces y están genéticamente predispuestos a evitar los sabores amargos, lo que probablemente explica por qué sólo están interesado en las sobras de carnes.
Autora: Dr. Jennifer Coates
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