Los perros han desarrollado estructuras cognitivas semejantes a las humanas probablemente como consecuencia del fenómeno de la domesticación. Regulan, morigeran y controlan sus impulsos y comportamientos de una manera similar a los humanos, casi como lo hacen los niños pequeños.

Muchos elementos determinantes de las funciones ejecutivas en los perros se superponen con las estructuras asociadas con la cognición humana, como por ejemplo la capacidad de atender y seguir instrucciones o consignas, la de controlar, frenar y dirigir los impulsos físicos y la de utilizar la memoria de corto alcance o de trabajo.

Un perro aprende a controlar sus impulsos de forma muy parecida a como lo hace un chico, inhibiendo sus ganas de roer los muebles o de ladrar a las visitas, recordando rutinas y haciendo lo que dice su tutor.

Los seres humanos repetimos este esquema de comportamiento inhibiéndonos uando esperamos algo muy deseado, reprimiendo nuestras ganas de tenerlo hasta recibirlo en forma efectiva.

La interacción con los seres humanos parece ser que la clave en el desarrollo de este comportamiento del perro. Es muy probable que estos animales hayan desarrollado estructuras de comportamiento parecidas a las humanas a través de las decenas de miles de años de convivencia en un mismo entorno.

Es así que, en los últimos 30.000 años, los perros dependieron de la adaptación de su comportamiento al ambiente humano para garantizar su propia supervivencia.

Si un perro atacaba al ser humano con el que convivía o le robaba comida no hubiera sido bienvenido y con el tiempo, este hábito le hizo desarrollar comportamientos que le facilitaron asegurarse su alimento y su cuidado.

 

Los estudios e investigaciones realizadas permitieron identificar seis componentes dentro del funcionamiento operativo de los perros:

 

  • Flexibilidad conductual (adaptación a circunstancias variables)
  • Atención hacia el tutor (capacidad de concentración y atención)
  • Inhibición operativa motora (detener un comportamiento por freno inhibitorio)
  • Seguimiento de instrucciones (obediencia)
  • Retraso de ejecución de una acción por inhibición (compás de espera)
  • Memoria de trabajo (capacidad de acción y reacción inmediata)

Los perros de trabajo, incluidos los de arreo y protección de ganado inclusive los perros de asistencia, manifiestan claramente poseer esas funciones ejecutivas más desarrolladas.

Los perros de asistencia correctamente entrenados son excelentes regulando su comportamiento, pudiendo seguir instrucciones e inhibir los impulsos de perseguir los gatos o de jugar con otros perros, mientras trabajan.

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Esto demuestra una función ejecutiva altamente desarrollada con capacidades cognitivas altamente sofisticadas.

También quedó demostrado que el entrenamiento es un factor clave en el desarrollo de estas funciones ejecutivas, lo que se traduce en que con las intervenciones adecuadas basadas en el adiestramiento y el aprendizaje permanente, la mayoría de los perros podían alcanzar estos importantes esquemas de comportamiento de regulación de la conducta.

 

Fuente: Infobae


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