Las micotoxinas son sustancias tóxicas resultantes del metabolismo de algunos hongos y mohos. Para el desarrollo de microorganismos productores de estas toxinas son necesarios varios factores, como los físico-químicos, tipo de sustrato, temperatura y humedad del lugar de almacenamiento, además de la cantidad de agua presente en los granos y su pH (MAZIERO y BERSOT, 2010).
Las micotoxinas no inducen inmunidad protectora, ya que no son antigénicas y por lo tanto, sus efectos varían con el tipo, dosis e incluso la edad, sexo y salud del animal. Los principales signos clínicos reportados en perros y gatos intoxicados por micotoxinas, presentes en sus alimentos son: vómitos, diarrea, convulsiones, dolor abdominal, polidipsia, poliuria, ascitis, anorexia y desarrollo de daño hepático crónico. En medicina canina es habitual registrar micotoxicosis que se presentan de forma silenciosa, lo que dificulta el diagnóstico diferencial (SILVA, 2019; WITASZAK et al., 2019).
Las principales micotoxinas, y sus respectivos órganos diana, identificadas en la especie canina, son las aflatoxinas (AFLA) y las fumonisinas (FUMO) en el hígado; deoxinivalenol (DON) en el sistema digestivo; ocratoxina A (OA) en los riñones; zearalenona (ZEA) en el sistema reproductivo; patulina (PTA) en el hígado y los riñones, y citrinina (CIT) en los riñones y el sistema digestivo (SOUZA y SCUSSEL, 2012).
La contaminación de los alimentos para perros y gatos con micotoxinas puede producirse de forma directa o indirecta. El primero ocurre cuando algunos de los ingredientes están previamente contaminados e incluso con la eliminación del hongo durante el proceso de extrusión, las micotoxinas aún permanecen en el alimento, ya que son resistentes a las altas temperaturas. La forma directa está relacionada con la contaminación de los alimentos por hongos toxigénicos y la posterior aparición de producción de micotoxinas (FERREIRA et al., 2007).
El escenario de la micotoxicosis en las fábricas de alimentos para mascotas es bastante desafiante.
Ante esto, necesitamos estrategias que garanticen la buena calidad de los ingredientes utilizados en la fabricación de alimentos para perros y gatos, y/o encontrar soluciones que impidan que las micotoxinas sean absorbidas por el organismo de los animales.
Es fundamental implementar un programa integral de monitoreo de micotoxinas en la planta de alimentos para mascotas. Este programa debe incluir varios pasos, desde la selección cuidadosa de los proveedores de ingredientes, hasta pruebas de laboratorio precisas y confiables.
Para abordar el problema de las micotoxicosis, es fundamental adoptar un enfoque que incluya la identificación, cuantificación y comprensión de las micotoxinas presentes en los ingredientes que se utilizarán para fabricar alimentos para perros y gatos. Esto implica el uso de metodologías precisas que permitan determinar qué micotoxinas están presentes, así como sus concentraciones, ayudando a evaluar a los proveedores de ingredientes, y el posible daño que se puede causar a los animales.
Actualmente, las metodologías más conocidas disponibles para el análisis cuantitativo de micotoxinas en ingredientes son: cromatografía líquida de alta resolución (HPLC), ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas (Elisa), tiras de flujo lateral (LFD) y tecnología de espectroscopia de infrarrojo cercano (NIR). Estos métodos permiten la detección a niveles extremadamente bajos, garantizando el cumplimiento de las normas de seguridad alimentaria.
Es importante resaltar que la elección de la metodología es muy importante para tener análisis confiables. Sin embargo, el verdadero valor de gestionar las micotoxinas que se encuentran en los ingredientes, utilizados en la fabricación de alimentos para perros y gatos, radica en la capacidad de interpretar los resultados, evaluar su criticidad e implementar planes correctivos.
La tecnología está desempeñando un papel cada vez más importante en la mejora del seguimiento de las micotoxinas. Se están explorando sistemas de detección en tiempo real y análisis predictivos basados en inteligencia artificial, para identificar puntos de riesgo potenciales en la producción, y permitir una respuesta proactiva.
La inclusión de aditivos adsorbentes de micotoxinas en los alimentos para mascotas ha demostrado ser una solución eficaz para mitigar los riesgos de la presencia de micotoxinas, principalmente, en fábricas que no cuentan con análisis de control en la recepción y en el seguimiento en los silos donde se almacenan estos ingredientes.
Para que un adsorbente se considere eficiente es necesario que presente algunas características: debe destruir, inactivar o eliminar la toxina; no producir residuos tóxicos o cancerígenos en productos finales o en alimentos obtenidos de animales que consumieron una dieta desintoxicada; y mantener el valor nutricional y la aceptabilidad del producto (FREITAS et al., 2012).
El adsorbente o agente quelante es un material inerte sin ningún principio nutricional, que tiene la capacidad de adherirse a la superficie de las micotoxinas presentes, provocando su eliminación a través de las heces de perros y gatos, impidiendo que las toxinas sean absorbidas por el organismo (MOREIRA et al., 2018).
Los aluminosilicatos (arcillas) son la base para el desarrollo de aditivos adsorbentes. En la década de 1980 se descubrió la capacidad de ciertas arcillas (bentonitas, zeolitas y otras) para unirse a las micotoxinas alimentarias en el tracto digestivo de los animales, impidiendo su absorción.
Actualmente, disponemos de los más variados tipos de adsorbentes disponibles en el mercado, productos a base de rocas volcánicas asociados a otros compuestos más tecnológicos y de amplio espectro que combinan el uso de adsorbentes inorgánicos, orgánicos y de levaduras. Además de aditivos que apoyan el sistema inmunológico, restauran las funciones hepáticas y ayudan a mantener la integridad intestinal.
Al elegir el adsorbente de micotoxinas, es importante comprobar la eficiencia de adsorción de micotoxinas, que tiene en cuenta el porcentaje de adsorción y desorción en el intestino. Esta evaluación incluye la estabilidad del enlace adsorbente-micotoxina, y su efectividad en diferentes rangos de pH, ya que se espera que el producto actúe en todo el tracto gastrointestinal (Binder, 2007).
Los valores de pH varían en todo el tracto digestivo, desde condiciones ácidas hasta condiciones básicas. Por lo tanto, la capacidad de unión de los productos puede verse influenciada por cambios en el pH, lo que genera el riesgo de que las micotoxinas sean adsorbidas en una parte y liberadas (desorbidas) en otra parte del tracto digestivo (Zavarize, 2021).
Además, es necesario evaluar si el adsorbente tiene un amplio espectro, es decir, si es eficaz para el mayor número de micotoxinas posible.
Otro punto sumamente importante a considerar es la necesidad de que los adsorbentes tengan baja inclusión, de manera que ocupen un espacio mínimo en la fórmula alimenticia y aporten una cantidad insignificante de materia mineral al producto final. Esto es especialmente crucial en los alimentos premium, super premium y, especialmente para gatos, en los que la cantidad de materia mineral tiende a ser menor, en comparación con los alimentos para perros, debido a los ajustes necesarios para evitar la formación de urolitos. Además, es fundamental que los adsorbentes no afecten la palatabilidad del producto.
Fuente: All Pet Food Magazine
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Sobre el autor
Ludmila Barbi T. BomcompagniEs veterinaria, con una maestría en Ciencia Animal de la UFMG en el campo de la nutrición animal monogástrica. Desde 2016 se desempeña como consultora técnica nutricional para perros y gatos, cuando fundó BEM NUTRIR VETERINÁRIA, empresa de nutrición clínica para mascotas.