Las alergias alimentarias son un problema más frecuente de lo que a menudo solemos pensar para las mascotas con las que convivimos. Casi un tercio de la población mundial de perros sufre alguna intolerancia, más o menos grave, a lo largo de su vida. A veces se manifiesta a través de una picazón intensa en zonas como las patas, el lomo o el abdomen, y otras desembocan en una descamación de la piel. En algunos casos llegan a provocar erupciones cutáneas, la pérdida de pelaje y otras lesiones secundarias provocadas por el rascado, que incluso puede desencadenar una peligrosa infección bacteriana si no se atiende a tiempo. A menudo, también provocan problemas gastrointestinales, que van desde los vómitos a la diarrea, pasando por una molesta inflamación estomacal, o infecciones recurrentes de los oídos debido a una irritación sostenida de los canales auditivos, y hasta problemas respiratorios.

 

Entre los alimentos que más alergias generan están las proteínas de origen animal que, al mismo tiempo y en condiciones normales, son imprescindibles para el correcto desarrollo de nuestras mascotas. Dentro de esas proteínas animales, las que más intolerancias suscitan son las de la carne de vacuna, seguidas de las del cordero, el pollo y el pescado. Todas ellas suelen utilizarse en la formulación de los piensos más equilibrados que podemos encontrar en el mercado, junto al trigo, el maíz, la soja o los derivados de los lácteos, otros ingredientes de consumo común que más problemas de este tipo pueden dar.

 

Detectar estas intolerancias no siempre es fácil, ya que los mismos síntomas pueden responder a otro tipo de problemas cutáneos o enfermedades de distinta naturaleza. Pero si hay sospechas, una prueba de provocación y eliminación de ciertos ingredientes de la dieta, pueden ayudarnos a despejar dudas y encontrar soluciones.

 

Proteína hipoalergénica

 

Afortunadamente, existen alternativas, y una de ellas es la proteína del Tenebrio molitor o gusano de la harina, un insecto tremendamente versátil y que ofrece ingredientes de primera calidad para alimentación animal. La harina que Tebrio consigue extraer de este coleóptero no sólo alcanza un 72% de proteína novel bruta, sino que además es digerible en más de un 90% y altamente palatable.

 

Estudios llevados a cabo en los últimos años revelan además que tiene un efecto regulador de la microbiota, lo que promueve el equilibrio de la flora intestinal y mejora la respuesta inmunológica del animal en periodos en los que, por un motivo u otro, se haya producido una bajada en el nivel de las defensas. Además, y esto es sumamente importante cuando hablamos de alergias, el organismo de nuestra mascota no tendrá un recuerdo adquirido de la proteína de este insecto, por lo que será mucho menos probable que le provoque una alteración cutánea inducida por la dieta.

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En este sentido, un ensayo reciente llevado a cabo por científicos de la Universidad de Chungbuk, en Corea del Sur, revela que este ingrediente tiene un alto grado de hipoalergénidad. Dicha investigación se llevó a cabo con 19 perros atópicos que, además, padecían reacciones cutáneas adversas a los alimentos.

 

Se clasificaron en 3 grupos: el primero, de siete individuos, recibió una dieta a base de insectos. El segundo, de seis, una dieta con salmón. Y el tercero, de seis ejemplares igualmente, una dieta comercial o casera que, en principio, también era hipoalergénica. El experimento se extendió a lo largo de doce semanas. El grado de las lesiones se evaluó según el índice de extensión y gravedad de la dermatitis atópica canina (CADESI-4). Y al mismo tiempo, se evaluaron la pérdida de agua transepidérmica (TEWL) y la escala analógica visual de prurito (PVAS).

 

Pues bien, al cabo de 8 semanas, el grupo de perros alimentados con proteína de Tenebrio molitor registró una disminución significativa de la puntuación CADESI con respecto a los otros dos. Y lo mismo ocurrió al cabo de las 12 semanas. También se registró una disminución de la perdida de agua transepidérmica al final de los dos meses y medio que duró el ensayo. Y pese a que el universo de exploración (el número de ejemplares estudiados) era reducido, los científicos concluyeron que los resultados preliminares reforzaban la tesis de que la proteína del gusano de la harina puede ayudar a reducir la disfunción de la barrera cutánea y la gravedad de las lesiones producidas en la piel. Incluyendo las que el propio animal se autoinflige intentando calmar la picazón que sufre.

 

Una estructura molecular única

 

Las dietas basadas en insectos se han utilizado ya en medicina veterinaria para optimizar la producción en granjas y piscifactorías industriales con especies como cerdos, aves de corral, peces de agua dulce y salada, o mariscos. Y desde 2015, se han empleado también para diagnosticar y tratar trastornos alérgicos cutáneos derivados de la alimentación. Sólo en Europa, existen decenas de alimentos para mascotas que integran proteína y grasa de insectos.

 

Todo indica que la proteína del Tenebrio molitor tiene una estructura molecular única, tanto por su secuencia de aminoácidos como por su conformación tridimensional, y estas diferencias hacen que pase desapercibida para el sistema inmunológico del animal, lo que en definitiva reduce el riesgo de desencadenar una reacción alérgica. Porque, además, su adecuado procesamiento puede reducir también considerablemente la presencia de alérgenos potenciales, aumentando así el grado de tolerancia en animales sensibles.

 

Al mismo tiempo, la harina proteica del gusano refuerza el sistema inmunológico, puesto que contiene péptidos antimicrobianos de bajo peso molecular y una proporción adecuada de ácidos grasos. No sólo refuerza la flora intestinal, sino que además presenta propiedades antioxidantes y puede mitigar ciertos daños celulares.

 

Del mismo modo, la grasa que se extrae de este coleóptero es rica en Omega 6 y 9, en ácidos grasos insaturados (> 70%) y una fuente natural de oleico, linoleico y alfa linolénico. Tiene propiedades antiinflamatorias y una acidez tan baja que lo hace ideal para la formulación de piensos premium.

 

Piensos sostenibles

 

Y todo ello, con una baja huella medioambiental, muy inferior a la que se registra en la producción de otras fuentes de proteína convencionales. Según las cifras de consumo referentes a la última década, en 2014 el sector de las mascotas necesitaba 36.000 millones de kilos de alimentos para satisfacer la demanda global. Hoy precisa 57.000, y el año que viene llegará a los 60.000 millones ya que, lejos de estancarse, la población de animales de compañía sigue creciendo, y nada indica que vaya a ralentizarse. Sobre todo, en Europa, en América del Norte y en Sudamérica. De ahí la importancia y la urgencia de encontrar fuentes de suministro alternativas que alivien la presión sobre el mercado global de proteínas animales, y la necesidad de que estos nuevos recursos sean respetuosos con el medio ambiente.

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Desde ese prisma, los insectos representan una oportunidad que merece la pena estudiar. Su cría y transformación a escala industrial apenas emite gases de efecto invernadero y no produce residuos de ningún tipo. Del mismo modo, la calidad y la seguridad de los ingredientes que se obtienen de ellos, están plenamente contrastadas y aprobadas por las autoridades sanitarias. Y su producción necesita infinitamente menos recursos naturales que cualquier otra explotación agropecuaria para sacar al mercado un volumen mucho mayor de proteína, en términos comparativos. Eso nos permite optimizar el uso de la tierra cultivable a nuestro alcance y del agua, para sacar el máximo rendimiento a los activos que nos da la naturaleza sin extenuarlos.

 

La industria pet food tiene un prometedor futuro por delante, aunque deberá seguir innovando como lo ha hecho hasta la fecha para encontrar nuevos ingredientes funcionales, que respondan a necesidades nutricionales y sanitarias concretas. Y que, al mismo tiempo, se adapten a las exigencias medioambientales que demandan ya no sólo los reguladores, sino también los clientes.

 

 

Por: Sabas de Diego - Cofundador y CTO de Tebrio

 

Sabas tiene formación académica en Ingeniería Química y 20 años de experiencia en el sector agroalimentario. En 2014 fundó Tebrio junto a Adriana Casillas, liderando el desarrollo tecnológico y supervisando el equipo de ingenieros y científicos sobre el que reposa la actividad de una compañía pionera a nivel mundial en la cría y transformación de insectos.

Previamente encabezó el equipo técnico del matadero Maguisa, en Salamanca, donde desarrolló un profundo conocimiento de la industria agroalimentaria y la legislación que la regula. Durante esa época dirigió proyectos de I+D en el sector porcino y gestionó presupuestos superiores a los 12 millones de euros.

 

Fuente: All Pet Food Magazine


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