Aunque los perros y los humanos llevan unos 30.000 años viviendo juntos, al comienzo su relación fue simplemente práctica. Los perros, eran auxiliares de cacería, advertían los peligros y ayudaban a conseguir más y mejores presas. Paradojalmente, hoy los alimentamos y al principio de esta relación ellos nos ayudaban a hacerlo.
Al mejorar las habilidades de caza, los humanos dejaron de necesitar el auxilio de los perros y gracias a la posibilidad única de poner cara de súplica, de poner cara de 'yo no fui', los perros pasaron a formar parte de nuestras vidas, como perro nomás, en un rol de afecto y compañía.
Ya en la década del 40, el doctor Konrad Lorenz explicaba qué al ver características infantiles en un ser vivo, queremos ocuparnos de él y protegerlo. La desproporción entre sus cabezas y de sus ojos comparados con sus cuerpos, despierta en nosotros la necesidad instantánea de cuidarlos y alimentarlos.
Por otra parte, a pesar de hacer unos 5.000 años que consideramos a los perros como mera compañía y afecto, esta función no ha sido todavía adecuadamente reconocida y celebrada. No es casualidad que sea en este momento tan controvertido y convulsionado en el que los perros y los gatos se hayan convertido en los mejores aliados de las nuevas generaciones.
Tampoco resulta sorprendente que el boom de las mascotas encontrara en el confinamiento un punto de inflexión. La adopción de animales aumentó entre un 30% y un 50% respecto al mismo periodo un año antes. Sin duda fueron los animales de afecto y compañía los que mejor lo pasaron durante el confinamiento, pues los seres humanos, al no poder abandonar su hogar ni juntarse con otras personas los convirtieron en parte vital del entorno y de su familia.
Un hecho destacable es cómo los perros y los gatos se han convertido en el salvavidas de multiplicidad de angustias y depresiones a tal punto que habría que preguntarse quién cuida a quién (REUTERS).
Un estudio señala que uno de cada cinco millennials ha decidido que su familia prescinda de los niños en aras de los perros, mientras que un 40% afirma que el amor que su hipotética pareja tenga por los animales es un factor clave a la hora de iniciar una relación.
Este cambio de mentalidad ha repercutido en la sociedad cambiando tendencias y haciendo crecer industrias de accesorios, alimentos, servicios y medicamentos para perros y gatos. Llevar al trabajo presencial a un animal no es algo tan raro, hoy en día. Muchos aseguran que trabajar es más fácil así. Hasta ropa para perros se ha popularizado humanizándolos y sometiéndolos, sin protesta posible, a nuestro arbitrio a los compañeros de cuatro patas.
Otro hecho destacable es cómo los perros y los gatos se han convertido en el salvavidas de multiplicidad de angustias y depresiones a tal punto que habría que preguntarse quién cuida a quién.
Los millennials son la generación de los 'padres de los animales de compañía' y esta tendencia obliga a un profundo análisis de los cambios de conducta generacionales en las sociedades occidentales con la disminución del crecimiento demográfico y la sensible pérdida de una gran parte de la trama social entre los seres humanos.
Fuente: Infobae
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