Cada vez son más los profesionales y ambientalistas que aseguran que continuar con los modelos productivos actuales es un camino sin retorno hacia la destrucción de nuestro planeta. Como ejemplo, podemos nombrar a Philip Lymbery en su libro Farmagedon, donde sostiene que, actualmente, los animales de granja comen más de un tercio de las cosechas agrícolas del mundo y desperdician la mayor parte en forma de heces y temperatura.
¿Qué es la agricultura regenerativa?
La producción agrícola ha aumentado en las últimas décadas. Sin embargo, el valor nutricional de los cultivos ha ido disminuyendo. Según un estudio de la Universidad de Texas, el contenido de fósforo, hierro, calcio, proteínas, ácido ascórbico y riboflavina en los cultivos ha disminuido entre un 9% y un 38% en comparación con los datos tomados entre los años 1950 y 1999. La razón más probable de esto es que la labranza excesiva (el proceso de preparación del suelo para los cultivos) ha eliminado los microbios y hongos que hacen que el suelo sea biológicamente activo, lo que aumenta el valor nutricional de los cultivos.
La agricultura regenerativa es, en primer lugar, una respuesta a este tipo de problemáticas. Es un enfoque de producción agrícola enfocado en gestionar el uso de la tierra para construir suelos saludables, promover la biodiversidad y mejorar los servicios ecosistémicos con el objetivo de producir con sistemas agrícolas más sostenibles y resilientes. Sus prácticas buscan aumentar la materia orgánica del suelo, reducir la erosión y promover la salud y fertilidad del suelo mediante el uso de cultivos de cobertura, rotación de cultivos, compostaje, labranza reducida y agrosilvicultura, entre otras técnicas.
A su vez, crear un sistema más holístico e interconectado que respalde ecosistemas saludables y resilientes puede mejorar la productividad y rentabilidad. Pero su gran potencial reside en que tiene la gran capacidad de mitigar el cambio climático al secuestrar carbono en el suelo y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la práctica agrícola.
La agricultura regenerativa es un sistema de gestión de producción agrícola que crea resultados positivos en la salud del suelo, la función de los ecosistemas y la biodiversidad.
Principales beneficios de la agricultura regenerativa
Si hablamos de beneficios de la agricultura regenerativa, es evidente que debemos hablar de su principal objetivo, la sostenibilidad, pero también de la calidad nutricional.
- Las emisiones procedentes de la agricultura siguen siendo una de las más difíciles de reducir, y el cambio climático es una problemática de carácter internacional, que, desde nuestra industria, podemos comenzar a mitigar con este tipo de prácticas.
- Este modelo de producción agrícola puede ayudar a mejorar la densidad de nutrientes de los cultivos, promoviendo una el uso de suelos saludables y la reducción del uso de fertilizantes y pesticidas químicos. Esto resultaría en cultivos con mayor contenido de vitaminas y minerales esenciales, lo que, en última instancia, provee materias primas de mejor calidad para los consumidores. Estos, muchas veces, son el ganado que, posteriormente, se utiliza para la producción alimentaria, tanto para humanos como para mascotas, por lo que los productos derivados serán más saludables y nutritivos. La Universidad de Washington realizó un estudio en el que pudo demostrar que los cultivos provenientes de este modelo productivo tienen niveles más altos de densidad de nutrientes que los de modelos estándares. La investigación arroja que las granjas que utilizan prácticas de agricultura regenerativa, como la agricultura sin labranza (plantar cultivos sin alterar el suelo de antemano), cultivos de cobertura (plantación de especies vegetales para mejorar la salud del suelo y no para cosecharlas) y rotaciones diversas de cultivos (cambiando la materia prima que se trabaja en un mismo terreno) produjeron cultivos con niveles más altos de vitaminas y minerales que las granjas convencionales.
El cambio de mentalidad: que el cortoplacismo no sea la única forma de analizar la situación
Uno de los principales desafíos que encontramos a la hora de cambiar las formas de producción actuales son los problemas que se pueden desarrollar en la cadena de suministro. Cuando se busca implementar un cambio en la manera de hacer las cosas, inevitablemente suceden choques. En este caso, querer tener prácticas comerciales sostenibles o con conciencia ecológica se encuentra con los costos de algunas de esas prácticas en este momento, y con cómo no solo las empresas sino también los consumidores se preocupan por ellos. También hay que considerar que la inflación y los movimientos económicos están teniendo un impacto en la industria, lo que hace que muchos tomadores de decisiones prefieran esperar o no arriesgar demasiado.
La clave, en este sentido, es poder generar conversaciones colectivas con el mensaje de que estos cambios pueden no ser necesariamente positivos, en términos de ganancia para las empresas o costos para los consumidores, sino que son una apuesta a cuidar el futuro, donde se verán, en su máxima expresión, los resultados de las decisiones de hoy.
Otro aspecto para considerar en el debate es la cantidad de puntos de la cadena de suministro que intervienen en la creación de un solo producto final. Además, estos son diferentes dependiendo de cómo se construyen los productos y la cadena de valor. La perspectiva con la que miramos actualmente esta temática se basa en la eficiencia y la rentabilidad. Tal vez habría que renunciar un poco de nuestra atención en ese foco para poder comenzar a pensar en términos de resiliencia. La mayor cantidad de problemas, al implementar cambios, surgen en torno a las interrupciones en esas cadenas de suministro que, a fin de cuentas, crean interrupciones para el consumidor, los distribuidores y vendedores.
¿Qué sucederá dentro de 30 o 60 años si ya no podemos producir las materias primas de hoy porque tomamos más decisiones en torno a la rentabilidad que al impacto ambiental? Es muy importante poder traer la lente al aquí y ahora. De esta forma, analizando el presente en pos de conseguir un mejor futuro, podremos dejar de lado la rentabilidad a corto plazo y elegir medidas y acciones alineadas con los valores de nuestras empresas. Así, los 'beneficios' a corto plazo tienen mucho más que ver con la construcción de una marca y sus ideales, y los resultados positivos, regenerativos, se posicionan un poco más hacia el futuro.
Por supuesto, para que cada vez más empresas y organizaciones entiendan esta perspectiva, necesitamos de ciencia empírica para poder confirmar con datos lo que realmente sucede en la tierra y en los cultivos una vez aplicada la agricultura regenerativa.
Agricultura regenerativa: es hora de actuar
La sostenibilidad cobró vida cuando comenzamos a ser conscientes de que mucho de lo que hacemos en la producción agrícola, en nuestras cadenas de valor, con nuestros productos, tiene un impacto negativo, dependiendo de cómo gestionamos y tomamos decisiones. La primera propuesta, la de la sostenibilidad, está enfocada en no crear un impacto negativo con nuestras actividades. En cambio, la agricultura regenerativa propone ir más allá y no solo no crear un impacto negativo, sino mejorar lo que dejamos a nuestro paso.
Como industria, tenemos en nuestras manos la posibilidad de abordar estas problemáticas cuanto antes si queremos cumplir proteger a todos los agentes participantes de ella, incluido nuestro único planeta Tierra.
Por All Pet Food
Fuente: All Pet Food Magazine
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Sobre el autor
Maria Candelaria CarbajoTraductora y redactora - Colaboro con negocios y proyectos con propósito para mejorar su comunicación escrita, transmitir su valor diferencial y conectar con sus personas-audiencia. Me gusta el trabajo en equipo y unir fuerzas, experiencias y conocimientos para llevar al mundo todo el potencial que tienen los negocios que buscan impactar con sus servicios, productos o experiencias.